La música actual, una profecía cumplida
Introducción.
Estamos seguros que ningún hermano, anciano y menos un pastor de iglesia permitiría que desde el pulpito de la iglesia que lidera se predique falsas doctrinas o enseñanzas, ni “predicadas” por un miembro y mucho menos por alguien de otra denominación religiosa; como por ejemplo, si alguien vendría un sábado de mañana, en el culto de adoración, a predicarnos que la carne de cerdo (u otro animal inmundo) es una excelente fuente de proteínas y por lo tanto, pidiendo la bendición del Señor, podemos consumirla en cantidades moderadas, o tal vez nos predique que el verdadero día de reposo es el “domingo de gloria” y no el “sábado del antiguo testamento” etc. y para llegar al colmo de las profanaciones, tal vez la parte especial sea una canción con ritmo bailable como cumbia, vallenato o música disco. No imaginamos las consecuencias; pero seguro que habría muchas críticas de todos los miembros de iglesia: ¡Qué sacrilegio! ¡Qué profanación del templo de Dios! ¡Cómo se puede permitir la intrusión de estos “falsos predicadores” en nuestras iglesias! diríamos.
Sin embargo, a ese mismo nivel de mundanalidad, sacrilegio y profanación estamos a punto de llegar en algunos templos y “auditorios” de nuestra iglesia, aunque siendo sinceros, en algunos templos “adventistas” de los EE.UU. ya se baila, literalmente hablando.
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Algo similar esta sucediendo en nuestras cadenas de radio y televisión, sólo que con otros ritmos musicales; ritmos aun más populares como el Rock, Pop, Reggae o Baladas “cristianas” con susurros y gemidos al mismo estilo de los artistas seculares, emulados e introducidos a nuestra iglesia por cantantes “cristianos” que sólo cantan para el show, para la elongación de su preciada voz, la promoción de su Compact Disc, videoclip, exhibición de su vestuario, producción facial o club de fans en las famosas redes sociales. A quienes les hemos complacido el sueño de ser verdaderos artistas de radio y televisión.
El papel de los medios de comunicación y productoras musicales.
Siempre nos han explicado que las programaciones de las cadenas de radio y televisión de nuestra iglesia, específicamente Nuevo Tiempo, generalmente están dirigidos a los no adventistas, pues la intención es informar, entretener o tal vez evangelizarlos. Es por ello que se ofrece programación con mínima o escasa doctrina e identidad adventista. En cuanto a la música que se programa y se ofrece, es una música rítmica, moderna y secularizada, con un empobrecimiento teológico cada vez mayor, que está dirigida a entretener o a cautivar a los jóvenes. Al parecer se está logrando el objetivo del entretenimiento. Sin embargo nos preguntamos, ¿Qué opción hay para los hermanos miembros de iglesia o para los que tenemos algunos años en la iglesia y necesitamos de programaciones más ricas en todos los aspectos? ¿Cuáles son los resultados de estas programaciones? ¿Estamos evangelizando al mundo o estamos introduciendo la secularización en nuestros hogares e iglesias?
Uno de los resultados deplorables, es que esa música que se ofrece para entretener a los no adventistas, también se vienen ofreciendo como alabanzas en los cultos de adoración en nuestras iglesias, en donde todos asentimos con un fuerte ¡amén! y agradecemos por las “preciosas alabanzas” presentadas; ¿Por qué? Porque al parecer -en cuanto a la música- nadie sabe discernir si fue apropiada o no. Si es ofrecida genuinamente para alabar al Señor; y/o simplemente para la exhibición o para satisfacer los gustos audibles de la congregación.
Otro resultado impactante de estas programaciones y promociones es que, conscientemente o no, se han creado y siguen creándose paradigmas e íconos musicales, que ahora, en sus tan promocionados conciertos, son aclamados u ovacionados con aplausos, silbidos, gritos entre otras excitadas emociones. Fomentándose así grandes jolgorios y barahúndas.
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Con gran decepción y dolor nos preguntamos, ¿Son estos los propósitos sagrados para los cuales Dios creó la música? ¿Acaso hemos convertido este precioso don en iniquidad contra santidad del Señor? ¿No estaremos cometiendo el mismo pecado de Caín, Nadab y Abiú?
Testigos de una profecía cumplida.
Sabemos que esto fue predicho hace más de cien años atrás por la hermana Elena de White, ella dijo: “El Señor me ha mostrado que volverían a ocurrir justamente antes de la terminación del tiempo de gracia. Se manifestará toda clase de cosas extrañas. Habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza. El Espíritu Santo nunca se manifestará en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz,… la verdad para este tiempo.” (EGW - Mensajes selectos, t. 2, pp. 42,43)
Como vemos, esta corriente nuevamente surgirá o ha surgido, en los últimos días del mundo, de la cual ya somos testigos. Siendo sinceros, si estaba entre las profecías, su cumplimiento era y es inevitable; pero duele aceptar que medios de comunicación de nuestra iglesia se hayan convertido en promotores e impulsores de esta corriente de procedencia dominico-secular.
Por varios años nos hemos preguntado, ¿Debemos omitir esto, callar y no develar ni advertir a nuestros hermanos sinceros que el enemigo utilizará la música como uno de los medios más eficaces para ingresar en nuestros hogares e iglesias? ¿Debemos abandonarlos en el completo desconocimiento? La respuesta que recibimos y ahora compartimos es, un rotundo ¡No! Por lo que también suplicamos por favor, a todos nuestros líderes, al menos enseñar, advertir y orientar a la hermandad respecto a este tema; y no ser parte y menos promotores de esta proliferación, de procedencia y fines obscuros.
Aparentemente, los adventistas del séptimo día, estamos muy bien instruidos y preparados contra las artimañas del enemigo en todos los aspectos de la vida cristiana menos en uno, y ese parece ser, el de la música. Nos da la impresión que existe un absoluto desconocimiento con relación a este tema, pues nadie opina y mucho menos objeta la música que se ofrece o se consume. O tal vez se cree que toda música es buena y no hay peligro en ella. Pues se da por sentado que todo lo que producen nuestras productoras musicales y distribuyen nuestras cadenas de radio y televisión es inobjetable; Si así fuere, estamos cayendo en complicidad, indiferencia y negligencia al minimizar la “invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz,… la verdad para este tiempo.”
Tal vez sea necesario que, intrínsecamente nos preguntemos: ¿Soy partidario de estos ritmos, estilos, corrientes o gustos musicales? ¿Estoy promoviendo, permitiendo o quizá estoy siendo indiferente con los ingeniosos métodos del enemigo para retrasar la Obra del Señor?
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